No es fácil escribir la historia de Machu Picchu. Sobran las dudas, escasean las certezas. Se teoriza y se especula, pero ninguna versión es la definitiva. Tampoco es fácil entender de qué manera y valiéndose de que técnicas o artilugios, los incas lograron erigir una fabulosa ciudad de piedra, entre montañas de verdor que son selva y cordillera.

Lo más sencillo es disfrutar del recorrido por sus dos sectores -el agrícola y el urbano -. Cargarse de energía en el simbólico Intihuatana. Dominar el territorio desde la cumbre del Huayna Picchu y, por qué no, hasta sentirse un Pachacutec, el gobernante que habría ordenado en el siglo XV, la construcción de un lugar descanso para las élites cusqueñas.

Machu Picchu. Una joya perdida. Una maravilla ignorada durante siglos. Poco o nada se supo de ella en la época colonial y en casi un siglo de vida republicana. Sus más de 170 recintos de fina y pétrea arquitectura, serían redescubiertos el 24 de junio de 1911, por el investigador estadounidense Hiram Bingham, quien la presentaría al mundo como la Ciudad Perdida de los Incas.

Maravilla del mundo. Patrimonio Mixto de la Humanidad según la Unesco. Santuario Histórico para las autoridades peruanas. Machu Picchu (Montaña Vieja), es un destino turístico que une la arqueología con la naturaleza, un bastión de la cultura andina, un refugio de la biodiversidad que alberga el 10 por ciento de la fauna y el 22 por ciento de la flora del país.

Conocerla es una experiencia que trasciende a la simple contemplación. Es descubrir y acercarse al legado de una de las grandes civilizaciones del planeta, es, también, la excusa o la razón perfecta para recorrer el Valle Sagrado de los Incas y la ciudad del Cusco, la legendaria y cosmopolita capital de los Hijos del Sol.

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